miércoles, 25 de mayo de 2011

HELP ME GIORGIO!

      Esta mañana mi amiga Helena me llamó histérica, acababa de tener su primera discusión con Paolo, su prometido.

      - Joder Rose, a un mes de mi boda, Paolo me suelta que prefiere vivir en una casa de La Moraleja que ha estado mirando. De repente, ya no le parece tan bonito y romántico mi piccolo ático en el Retiro. Que él, debe vivir en un sitio amplio, donde no se axfisie y pueda jugar al golf.

      - ¿Pero Paolo juega al golf?.

      -  Eso mismo le dije yo. Resulta que ese hombre sexy y salvaje del que me enamoré, se quiere ir a vivir a treinta quilómetros de Madrid para jugar al golf. ¿Qué pinto yo a treinta quilómetros de Chanel?. Me veo allí sola, aburrida y paseando a un yorshire metido en un horrible bolso de Louis Vuitton.

      - ¡Qué horror!. Uno de esos con el logotipo por todos lados, dando vueltas por la urbanización porque no encuentras un bar donde tomarte un vodkatini.


       - No te rías de mi.

       - Ves, lo bueno de no tener mucho dinero es que me tengo que decidir por un apartamento en Chamberí o en Malasaña. En el mejor de los casos.

        - Malasaña....volvería a esa época con los ojos cerrados. Cuando viviamos en esa buhardilla tan mona de la calle La Palma.

         - Lo recuerdo, salías con un diseñador gráfico con el pelo verde. Estabais todo el día de fiesta y os poníais hasta las trancas de...

         - Baja la voz Rose, ahora soy la mejor arquitecta de interiores de Madrid  y estoy prometida con un magnate italiano. Debería ser la mujer más feliz del mundo, Giorgio Armani está haciendo mi traje de novia. Cada vez que voy a su atelier de Milán, he adelgazado dos kilos. No puedo más, voy a acabar deprimida.
     
   - Una mujer no se deprime si Giorgio posa sus manos sobre ella para diseñarle un vestido en exclusiva.


          - Pues yo sí, me da igual Giorgio y su perfecta sonrisa blanca, su bronceado y su casa en el lago Como. Me da igual la boda en Cerdeña, Islas Mauricio y conocer a George Clooney. ¡Yo solo quiero ser feliz con mi marido, irme de copas con mis amigas y vivir en mi puto ático!. Si tuviera  su número de teléfono, llamaría al diseñador gráfico y me iría con él a Ibiza. A tomar speed, ácidos o lo que sea.

         - Helena, el speed ya no se lleva. Ahora mismo te vienes a mi casa y convoco una reunión con las chicas.

           Desde luego, aquella era una reunión de urgencia. Las chicas se presentaron en mi casa en treinta minutos. Piti trajo vodka, Ohli Malboro Light y Helena un par de ojeras.

          - Yo por un armani me caso aunque dure dos meses el matrimonio.

          - Piti, eres una frívola.

          - Es fácil insultar cuando conoces a George Clooney y tienes una casa en Como bonita. Vete a La Moraleja y deja de dar pena.

           - No es sólo eso Piti. Creo que lo que enamoró a Paolo de mí, ya no es suficiente. Ya no ve chic la boda en la playa, su madre le ha convencido para casarse en una iglesia de Alghero. Quiere ver a su supuesto hijo católico, casarse como Dio manda.

          - No contradigas a una mamma italiana nunca, o una cabeza de caballo aparecerá en tu cama.

          - No me asustes Ohli, estoy muy estresada. Dadme vodka. Sólo con hielo.

          - Pero Paolo y tú os amais, tienes que ir a Italia y dejarle las cosas claras a tu suegra.

          - ¡Qué buena idea  Rose, vámonos todas a Milán este fin de semana!. Ayudamos a Helena con lo de su suegra y nos vamos de compras a Gucci.

           - Claro, paga Piti.Vuelo, hotel y compras en la galería Vittorio Emanuele.

           - No hace falta, nos quedamos en el piso de Paolo en Vía Montenapoleone. Os necesito chicas, mi madre está muy ocupada en Marbella con su último ligue. Es una especie de Donald Trump ruso.

            Dos días después, allí estábamos, cuatro mujeres dirigiendo sus pasos al vuelo en business class a Milán. Vestidas para matar. Tacones de doce centímetros, ropa de Gucci y unos perfectos moños italianos.




             - Giorgio, allá vamos. Help us.

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